En el Museo de Historia de Barcelona se pueden entreverar las páginas del pasado con las del presente. Sentir el espíritu romano que atraviesa la ciudad desde su fundación, aunada a su arquitectura gótica. Del Templo de Augusto a la Capilla de Santa Ágata lo romano engarza lo gótico y viceversa y siempre acecha el ojo de un inquietante dragón.